lunes, 9 de abril de 2012

MVP: Difícil llenar un lienzo en blanco.


Cuando un creador se enfrenta al reto de una nueva creación, siempre esta el miedo al lienzo en blanco, esa sensación de vacío a la hora de afrontar algo nuevo por hacer.

Ni siquiera cuando uno sabe que es capaz de hacerlo, puede evitar el dudar, el tener un cosquilleo interno, que el miedo revolotee ante el “volver a empezar”. Sensaciones humanas, sensaciones, que empiezo a dudar si tendrá Marc Márquez.

Visto desde fuera, no lo parece, casi nunca ni en los peores momentos y en esta pretemporada seguro que ha tenido unos cuantos, deja entrever algo de nervios. Para eso ya esta su padre, casi ya el padre de todos, Juliá Márquez. Otro al que seguro que también le cuesta definir lo que hace su hijo sobre una moto.

Después de tener el corazón en un puño de todo el entorno motero, con las noticias sobre su lesión ocular, quiso probarse en secreto, secreto a voces entorno al hombre que ha dejado sin palabras a los que tienen que hablar de él.

Ese es el reto, llenar el lienzo en blanco para hablar de Márquez y no ser reiterativo. Cuesta encontrar un adjetivo que no se haya utilizado ya, una metáfora, una comparación, cuesta innovar, algo que sin embargo al pequeño genio no le cuesta. Lo hace en cada carrera para dar una nueva master class.

La de este fin de semana en Losail, ha sido una puesta en práctica del dicho español: “Llegar y besar el santo”.  Más o menos sería así resumido.

No lo tuvo fácil, ni lo tendrá durante el año, a su alrededor hay una concentración de talento, casi tan grande como la de sal en el Mar Muerto. Algo que también hace más especial las cosas que Márquez hace, escribir grandes gestas sobre una moto teniendo grandes rivales a los que este campeón en pequeño, hace más pequeños todavía.

Hoy Luthi, Ianonne, Rabat y Espargaró, que ha recuperado el feeling y la sonrisa, fueron sus caballos de batalla, los que le obligaron a volver a ser el “maestro de las grandes tardes” para demostrar que lo tiene claro y ha vuelto para ganar y esta vez ser el campeón y dejar las etiquetas del “título moral” de la temporada pasada.

A todos ellos hay que darle las gracias, por convertir la Jungla de moto 2, en el epicentro de la emoción de los aficionados moteros. Motos de serie, a los mandos de unos fuera de serie, que convierten cada cita mundialista, en un nuevo espectáculo.

Pilotos a tumba abierta, raspan milésima a milésima, curva a curva por buscar la mejor posición en una lucha, donde no sólo hay dos o tres opciones para ganar.

Entre todos ellos un genio creador, rodeado de excelentes artistas del pilotaje. Ese que yo dudaba si era humano, que a mi juicio desquicia a sus rivales, como ha hecho con Luthi este fin de semana.

El suizo se hizo un recto bajo la presión del 93 y el catalán hizo lo correcto, tras ver el vídeo al disculparse si por algo su rival se podía sentir molestó.

Aunque a veces no parezca humano, como errar humano es, por si acaso lo había hecho, decidió disculparse.

No ha pedido perdón por ganar, no sabe hacer otra cosa, lo lleva dentro, en esa cabeza privilegiada, su perfecto cuadro de mandos, donde ya ha registrado los números de los que estarán para darle guerra.

Mientras escribo, le escucho hablar en la COPE, con una sensación de sencillez y tranquilidad. Reconociendo que no esperaba ganar, raro que el no esperará lo que todo el mundo esperaba…


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