A veces lo que verdaderamente importa no pasa en el campo, en la pista, sino en el entorno, eso es lo que ha pasado este fin de semana en Japón y no precisamente por que lo ha sucedido en el trazado de Motegi no haya tenido emoción, intensidad o calidad… es que a veces lo importante es lo humano por encima de todo lo demás.
Cuando no importa la velocidad punta, ni quien tiene el récord, cuando lo que esta dañado no son carenados, llantas o manetas, cuando es humano e irreparable, entonces dejan de oirse rugir los motores y se hace el silencio.
Silencio como que supongo que habrá en el hospital donde están Sergio Gadea y Héctor Barberá, a los que el infortunio llevo a juntarse, en un escenario no deseado currando las heridas inesperadas de un fin de semana, donde lo que más ha temblado no ha sido Japón, si no los corazones de los que desde lejos les han visto a ambos lastimarse algo más que los huesos.
Esto es más que la mayoría de la veces Mi Visión Particular, y me resulta inevitable pensar que la suerte no siempre sonrie, igual a todo el mundo, es más hay algunos que parece haberles sacado la lengua, en tono burlón, dispuesta a comprobar hasta que punto son ellos capaces de aguantar la sonrisa al infortunio.
Y allí reunidos en una habitación en el lejano Japón muestras varias de cómo las pilotos, y las personas de sus entornos a veces son más resistentes que las máquinas que pilotan, miman y cuidan con desvelo.
Pienso por ejemplo en Gadea y en su año convulso, desde lejos pienso que a mi me resultaría duro, saltar hacía atrás para buscar mi sitio, coger impulso y cruzarme con un prodigio, sentirme en ocasiones que soy el alumno en lugar del maestro, que es el rango que por edad me correspondería, o sentir que necesito volar para tratar de encontrar un sitio donde ser yo. Me sentiría afortunado, al encontrar los brazos abiertos, del equipo de los hermanos Nieto, en el momento exacto en el infortunio, que tiene algunos colegas en el paddock, se ha pasado a visitar a Carmelo Morales, para atajar su sueño de estabilidad en Moto 2. Infortunio, al mismo que le he debido de caer en gracia y que considera que este año aún tengo capacidad de aguante, para seguir encajando sus caprichosos golpes. Sin estar dentro de su cabeza, pienso en que poco queda eso, cuando ahora lo verdaderamente importante, es que estoy bien.
Dolorido, cabreado, débil, pero con un bonus para seguir luchando por buscar mi hueco, un bonus que otros no tuvieron, una opción que pronto, seguro que pronto, tendré de volver a girar. Pienso en volver mientras me duele, pienso que estamos hechos de otra pasta, con los huesos de titanio y el corazón de aluminio, para que no duela el dolor, para que no sea larga la ausencia.
O pienso en Héctor Barbera, que este año ya ha besado el suelo demasiadas veces, en lugar de besar las mieles del éxito que da un trabajo bien hecho. Barberá, y su mirada limpia, con la que analiza los pasos hacia delante que está dando, con timidez, como cuando habla inglés, pero con mayor soltura, sabe que esta en un momento de crecer, este era un momento para romper, los cronos, los mejores resultados de la temporada, el momento de soldar una plaza en la élite para el próximo año. Para eso si estaba preparado, no para volver a romperse en Japón.
El destino, tan aleatorio y caprichoso como el infortunio, ha vuelto a llevarte a un escenario donde ya habías vivido los instantes más dolorosos de tu camino deportivo, un hospital japonés, con otra herida de guerra, que soldará rápido, esperando que antes lo haga tu moral y que la factura en este momento crucial del año, sea ajustada a lo que mereces.
Gadea y Barbera que no están allí solos, que tienen a su lado sus angeles custodios, los que no los dejaran solos y a los que les duele el trago, por si de verdad les doliera a ellos: Xavi Pérez y Pablo Nieto.
Y pensando en este último vuelvo a pensar en la caprichosa suerte, en su colega Infortunio y el voluble destino, que parece que han sumado sus fuerzas en una partida en la que parece que la peor mano le ha venido a Nieto. El mismo que vivió con Fonsi, la crudeza de una situación que si lo llevo al límite, al límite de lo inimaginable para quien no estuvimos allí, el mismo que forma parte de un equipo de esos que no son todopoderosos, un equipo que cada año es un reto tener en parilla, donde tienes que medir tus pasos, hilar lo que haces, para que si pierdes, el coste no sea demasiado elevado. Un equipo que este año ha superado varios reveses, deportivos y en forma de lesiones, pero siempre saliendo adelante.
Como ahora, como lo harán Barberá y Gadea, ellos y los que siendo mecánicos, managers, telemétricos, también forman parte de ese todo que es un equipo en el que los pilotos son la pieza más importante del ensamblaje, pero que tiene muchas pequeñas “tuercas” ( dicho con todo el cariño) que también se resienten cuando la pieza principal, esta resentida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario