lunes, 19 de septiembre de 2011

MVP: Al son que Márquez marca.

Uno de los actos fuera de pistas de este fin de semana en Motorland fue una exhibición en la que los pilotos pudieron disfrutar de una muestra del arte de la Ruta del Tambor y el Bombo del Bajo Aragón. Algunos como Aoyama, Simoncelli, Pol Espargaró, Pedrosa, Rossi o Rabat, se animaron a tocar un poquito y comprobaron que han nacido para pilotar, que no para tocar, aunque algunos apuntasen maneras.

Mientras esto sucedía por el paddock, uno de los más entusiastas observadores era el alemán Stefan Bradl, que imitaba los toques con las manos, que grababa todo con su teléfono móvil, que se dejaba llevar por el ritmo que había entre los boxes, como queriendo olvidar, que en la pista, hace mucho tiempo que el ritmo lo marca Marc Márquez.

El 93, llegaba hasta Alcañiz, después de una parada en Cheste, para probar cosas nuevas, evolucionar, ser más rápido, mejor, más fuerte, para tener más armas, que le permitan desbancar al germano de la cima de la clasificación. Un objetivo en el que no trabaja sólo, obvio, lo hace con su equipo,su gente de confianza y además con el apoyo de gran parte del entramado que rodea a los protagonistas de la parilla, que también disfrutan, carrera a carrera del ritmo que Márquez le da a la categoría más bonita y atractiva del mundial

Cada fin de semana de motos, uno sabe que va a disfrutar de un espectáculo maravilloso en la categoría intermedia, que de intermedia este año no tiene nada. En cada Gran Premio, son muchos los que quieren poner su toque personal a lo que sucede sobre la pista, los que nos impiden parpadear, para no perder ni una nota de la melodía que los sonidos de sus motores componen, una melodía al nivel de la quinta de Beethoven, que en momentos como ayer se quedan para siempre en la retina.

Al frente de la orquesta, Marc Márquez, dirigiendo con virtuosismo " la decimocuarta sonata mundialista", una música, con toques de tarantella, como los adelantamientos de Ianonne al piloto de Cerverá: rápidos, osados, en ocasiones demasiado, cuando entre ellos estaba la opción de romper el grupo y dejar la composición en una partitura para dueto. Una composición internacional, con las influencias mediterráneas de De Angelis y Espargaró, los acordes beatelianos de Bradley Smith, los aromas de polca del checo Thomas Luthi, o los sonidos graves de la Germania de Bradl. Unos sonidos, que cada vez suenan más lejanos, con menos influencia en el ritmo del campeonato.

El ritmo lo marca Marc, no sólo contra el crono, sino en todos y cada uno de los aspectos que rodean una carrera. En la pista escribe el guión , improvisa sobre la marcha, se adapta a lo que le tiene a su alrededor, sabe que tempo darle en función del piloto que busca que "dé la nota". Si Ianonne arriesga y le pasa, afina las piezas, calienta los dedos y busca el momento perfecto para dar gas, marcar un redoble y acelerar el ritmo para adaptarlo al compás que más le convenga.

Es así en cada circuito. Es así , al menos desde que Silverstone, cuando parecía que al final de la temporada el canto del campeón sería una canción a lo Marlene Dietrich. Una canción para celebrar que Alemania ,de la mano de Bradl, volvía a reinar el mundial. Sin la presión de correr para ganar, cuando el reto estaba lejano, empezó el de Cervera a componer con la maestría de un genio, que hace con sencillez obras maestras como son sus actuaciones sobre su moto.

Cada composición suya embelesa. Embelesa en la pista y en la sala de prensa. Con la naturalidad y templanza que pilota, habla y cautiva. Es el adulto el que siente admiración por el niño, aunque ya no lo sea. Es el novato el que hace que, al que vive de la palabra se le acaben los adjetivos para calificar sus hazañas. Es un genio, llegará alto, pasará a la historia, lo ahora sin correr, corriendo en la pista, pero dando fuera de ella los pasos adecuados, no forzará el ritmo, seguirá siendo el director de orquesta perfecto para cada prueba que aún nos resta de campeonato.

Todos bajo su batuta, equipo, rivales, medios, todos aportando su parte, dejando cada uno su clave particular en una creación que aspira a tener por título "Melodía para un Mundial"

Bonus Track. No sería de justicia, que el talento del ilerdense nos restará tiempo para reconocer que en esta parilla tenemos otros grandes maestros nacionales. El papel mayor cada vez de Aleix Espargaró, las música de contrastes de su hermano Pol, o el empeño por no dejar que el dolor le doblegue de Julián Simón, los matices frescos de un Rabat que cada día se lo cree más y lo deja patente. Y es que, el mundial,otro año más, baila al son que marca España.

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