El fin de semana en Silverstone ha sido raro, extraño, el más raro y extraño desde el Gran Premio de Mugello en 2008, y es que hoy el himno de España ha dejado de ser la canción de moda este fin de semana. Tres días que empezaban con importantes ausencias, facturas del GP de Catalunya que han privado a los aficionados de poder ver rodar a Julián Simón y Ricky Cardús, aunque les ha permitido, disfrutar de la experiencia de vivir on line con ellos lo que pasaba en Inglaterra.
Un domingo de carreras gris que comenzaba con la caída en el Warm Up de Marc Márquez, que destrozaba su moto y tenía que defender su primer puesto con una moto nueva. Una posición que le ha durado poco, volviendo a poner en liza su habitual punto negro, las salidas.
Y con ese mal punto de arranque se fue sucediendo la carrera, y los pilotos fueron cayendo como si fichas de domino fuesen: Pons, Márquez, Torres, Morales , Noyes, Policcio, mientras por arriba Stefan “ Metrónomo” Bradl seguía con su misión de ampliar su nómina de triunfos.
El alemán ha puesto la velocidad de crucero y ha coqueteado con Redding, con Passini y con unos cuantos más mientras seguía con su particular cruzada de reivindicarse. De callar algunas bocas, las de aquellos que le hicieron en su día dudar de ser algo más que el hijo d… subido a una moto.
Hace cuatro años, Bradl iba a dejarlo, a los 17 años no sentía ilusión, no afrontó el reto de ser chico Repsol e iba a volver a casa, pero se encontró con la puerta abierta del CEV, de Ricard Jové y volvió a recuperar las ganas por comerse la pista. Terminó ganando ese año el Campeonato de 125 cc en la última prueba ante otro piloto con el que hoy ha pugnado, Scout Reeding. La bendición de Jové, le abrió de nuevo las puertas del Mundial en 2008 y de ahí a rodar hasta lo que se ha convertido ahora: El rival más fuerte, el que habrá que tratar de doblegar por parte de los españoles, aunque cabe pensar que Bradl le debe a un español, parte de lo que es, por ayudarle a ver lo que tenía dentro y encontrar el camino que le llevaba a liderar un mundial.
Mundial que lidera con una solvencia aplastante, más aún cuando uno de sus contendientes más peligrosos, Julián Simón, tiene que ver las carreras desde la tele, con más dolor que el que le produjo la rotura del la tibia y el peroné, por un turco pasado de vueltas y al que la lengua también se le ha soltado demasiado, cambiando su primera versión sobre el incidente con Simón.
Si esto fuera un juicio, sería delito, cambiar su declaración inicial. Como delito tenía ver a Sofuoglu en puestos de podio, cosa que al final su ímpetu y una “colada le han impedido culminar.
En una jornada gris y triste, habrá alguien contento. Tito Rabat, que ha cumplimentado su mejor papel en su nueva categoría, en un día difícil, que muchos trataran de olvidar, pero del que él intentará sacar buenas enseñanzas.
Y es que el mundial es como una carrera universitaria, con revalidas constantes. La próxima en la catedral. Esperemos que entonces los pilotos españoles estén bendecidos por una mejor suerte.
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