Después de cuatro meses esperando, ya ha terminado el primer Gran Premio de la temporada y nos ha dejado tantas sensaciones que ya estamos deseando que llegue la siguiente parada en Jerez.
Los primeros compases que sonaron en el circuito de Losail fueron los la canción de moda de la temporada pasada, el himno español, que visto lo visto seguro que vuelve a convertirse en una de la sintonías que más se mezclen con el sonido de motores.
Donde parece que hay más opciones de volver a convertirlo en la banda sonora de la categoría es en el octavo de litro. Allí Nico Terol ha demostrado que su principal enemigo este año en el camino del éxito, va a ser el mismo. El del Alcoy tuvo el año pasado un curso perfecto de formación que va a plasmar sobre los trazados esta temporada y que además van a servir como excelente acicate a la excelente camada de pilotos jóvenes nacionales que este año completan 125 cc: talento como el de Viñales, Moncayo, Vázquez o Martín y la veterania con ilusiones renovadas de Faubel y Gadea, que le llevo a estrenarse con podio en su retorno esta cilindrada.
Tras el brillante arranque del gran premio, llegaba el momento de ver el estreno de Super Marc en Moto 2. Super Marc,como fue bautizado por sus seguidores y su equipo durante el curso pasado, había dejado unas excelentes sensaciones durante la pretemporada y en los entrenamientos, sensaciones que habían ocultado las expectativas y los resultados del resto de pilotos “Made in Spain”, que giran en medio de la jungla de Moto 2. Pero Márquez es humano y hoy ha rodado por la pista, como lo hizo por ejemplo en Motorland y ha vuelto a enfadarse, no por él, sino por todo el trabajo que había realizado la gente que le rodea. Y sobre los que le rodean, sensaciones agridulces entorno a Simón y los Espargaró y buena nota para gente como Rabat o Cardus.
Mientras escribo esto, escucho a Jorge Lorenzo en Onda Cero, reconocer que tenía dudas en la salida, por las negativas practicas de salida que había hecho hasta el momento y admitir que hace una semana ni el mismo esperaba lograr lo logrado, teniendo en cuenta que las Hondas van un punto mejor que su Yamaha. Y es que la carrera de Moto GP ha servido para demostrarnos varias cosas.
Una: Que al trazado de Losail pronto habrá que ponerle el nombre de Cassey Stoner en alguna de las curvas. El australiano ha subido al primer puesto del podio en cuatro de las cinco últimas ocasiones.
Dos: Que es festival de Honda, no esperaba tener como invitado especial al campeón del mundo, que ha demostrado que como decía la canción de Peret, “ No estaba muerto… pero tampoco estaba de parranda” estaba tratando exprimir al máximo su Yamaha y ha vuelto a demostrar que es un piloto de domingos y no de entrenamientos.
Tres: Que los enfrentamientos Honda – Yamaha van a tener más emoción que cualquiera de los Madrid – Barcelona, que podemos disfrutar en la temporada futbolística.
Cuatro: Que Rossi, sigue haciendo caldo, y mejorará en sustancia su Ducatti conforme avance la temporada.
Cinco: Que Héctor Barberá ha sacado grandes enseñanzas de la temporada pasada y este año, va a estar pugnando por ser el primero de los pilotos que no están en medio de la lucha de potenciales de las marcas niponas.
Sexto: Que Elias, como campeón del mundo se merecía una moto mejor en su regreso. Hay quien dice que debía haber seguido en Moto 2, pensando aquello de “mejor ser cabeza de ratón, que cola de león” , a lo que yo respondo, que no se ha sido justo con los méritos y el pilotaje del manresano.
Séptimo: Que Pedrosa, ha realizado una gran carrera, pese a que la lesión en el brazo le ha pasado factura en el peor momento, después de una pretemporada espectacular y que esperemos que no sea un hándicap para la temporada, esperemos que no tenga secuelas que le impidan tener un gran feeling y sensibilidad al cien por cien con ese cohete que es su Honda RC212V,
Por último y pese a la gran jornada que hemos disfrutado, a todos nos ha faltado algo, nos ha faltado la sonrisa del diablillo Bautista. Tras su aciago accidente, que a todos nos sobrecogió, el talaverano ya cuenta los minutos para volver, y nosotros para que vuelva. Sin Bautista en la parilla, por muy buenos que sean los ingredientes, nunca nos saldrá el plato perfecto
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